La duda puede ser una gran razón para permanecer paralizada en tú zona de confort, ese conjunto de límites que sin darte cuenta te has ido creando y lo que apoya el: “Yo soy así y no puedo hacer nada ante eso”.
Yo veo dos tipos de dudas: la sana y la tóxica. La sana es aquella que te empuja a ver desde varias perspectivas antes de tomar la decisión, te ayuda a crecer durante el proceso hasta que ves y sientes con claridad hacia donde dar el primer paso.
En la duda sana también es la que te puede prevenir de algo indeseable pues normalmente es tú intuición la que te habla a través de ella y te puede estar diciendo que eso es mejor para ti no hacerlo.
La duda sana se maneja mientras se está en movimiento y no te paraliza, no se permanece mucho tiempo en ella.
La duda tóxica es la que paraliza, ata, inmoviliza, sabes que quieres hacer algo para salir de cierta situación, pero no paras de darle vueltas a tema, incluso hablas sobre ello pero ese miedo al que pasará te llena de dudas y la inseguridad se instala a tú lado durante un largo tiempo como una fiel compañera.
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