Hice una profunda reflexión para darme cuenta, reconocer y valorar todo lo que otros habían visto en mí y yo no vi, como por ejemplo empezar a trabajar en una empresa de recepcionista y terminar como jefa de ventas con una propuesta para directora de departamento.

Como tuve la fuerza y el valor para ir a trabajar a un país extraño y lejano, que profesa la religión islámica. En el que por cierto hice algunos buenos amigos.

Como siempre supe que tendría dos hijos, hermanos de padre y madre, con la claridad y la comprensión de que los hijos son seres libres a los que educamos y guiamos sin ser madres acaparadoras y excesivamente protectoras.

La valentía de viajar a la India con mi hijo, cuando él solo tenía 4 años.

Vi mi capacidad de estudio, esfuerzo y entrega.

Efectivamente, después de tomar la decisión definitiva de dejar aquella relación que no me aportaba nada, o lo que aportaba no se equilibraba con lo que me restaba, vi en mi a la mujer que de verdad soy: inteligente, fuerte, valiente, carismática y llena de valores.