Como terapeuta holística que soy me encanta ver a la persona desde la perspectiva de un ser completo. Observar a mis clientes durante todos estos años ha desarrollado en mí la capacidad de conducirles hacia el reconocimiento de sus propias emociones de una manera sana y evolutiva.
Cuando no expresas tus emociones o crees que no las tienes, sencillamente las estás ocultando, tapando… no significa que no estén ahí, sí lo están.
Es sumamente importante vivirlas para evitar posibles enfermedades físicas y/o mentales.
Todo pensamiento conlleva una emoción y viceversa. Es mucho más fácil sentir la emoción después de un pensamiento, que expresar una emoción espontánea. Es decir, poner en palabras eso que has sentido de repente.
Muchas personas que se consideran muy analíticas y mentales dicen no tener emociones, o no saber conectar con ellas. Sin embargo las sientan o no, las emociones siempre están ahí.
Con regularidad, lo que ocurre es que las emociones que no se reconocen, que no se sienten, están siendo reprimidas, omitidas, olvidadas… esto finalmente causará dolor. Cuando digo dolor me refiero tanto a dolor físico, como angustia y presión en el pecho, sentirás algo parecido a estar ahogándote (ansiedad), como desconcierto mental.
Es necesario que entiendas que no reconocer tus emociones no evita que estén ahí y que cuando lo haces estás reprimiéndolas, escondiéndolas y eso tiene consecuencias nada agradables para todos tus cuerpos: físico, mental, emocional y espiritual.
Las emociones son energía y si las escondes esa energía se estanca, se producen lo que yo llamo nudos energéticos.
Esos nudos te van a impedir fluir con la vida y verás problemas por todas partes, verás toda clase de impedimentos y te verás envuelta en el drama.
Te será complicado alcanzar aquello que te propongas, y caerás en el victimismo. Todo esto y más, ocurre cuando no sanas tus emociones o crees no sentirlas.
Quizás hayas adoptado el hábito de no expresar tus sentimientos para adaptarte a una situación concreta, por ejemplo la de complacer a un padre hipercrítico, a una madre dominante…
El ejercicio que te recomiendo es este: Observa si estás ocultando alguna emoción, en caso afirmativo pregúntate, ¿Por qué lo hago? ¿Qué beneficio creo poder estar obteniendo de ello? ¿Qué dolor estoy evitando y qué dolor estoy produciendo?
Date permiso para expresarte.
Un resentimiento largamente cultivado y escondido puede ir carcomiendo tu cuerpo hasta convertirlo en una enfermedad física grave. Una vez más: date permiso para expresarte.
Las emociones tóxicas como la ira hay que expresarlas de manera adecuada. Recuerda que no quieres hacer daño, y no quieres hacerle a nadie lo que no quieres que te hagan a ti. Eso que no quieres de vuelta.
Saca valor y trabaja con el espejo, mírate a los ojos y deja que todo fluya para poder hacer algo al respecto.
El bloqueo que puedes experimentar a través de emociones reprimidas te pueden estar impidiendo vivir la vida que realmente quieres, te coartan las posibilidades de materializar tus sueños.
Te deseo un feliz viaje.